domingo, 30 de septiembre de 2007

Porque en mi cabeza


todavía puedo soñar

Y cuando veía que el amor se alejaba junto con él,
noté que La Muerte venía con su guadaña, manchada
de sangre, mentiras y tristeza.
La notaba cerca de mí, Ella estaba disfrutando con
la situación, y veía mis pensamientos como una película
recién filmada, lista para estrenar. Se mofaba de mi tristeza
y legaba sus conocimientos de Muerte a mis ojos, cayendo
así un suero de lágrimas irreparables, tan quebradas que
caían a trozos sobre el duro cemento que construía el
paseo marítimo, a la vez que el hacha que golpeaba mi corazón.

Ya con la cabeza cabizbaja, sin esperanzas de sobrevivir,
una fuerza me hizo alzar la cabeza y mirarle. Se había parado
y se giraba lentamente cual girasol cada día, hasta que al final,
mirándome, vino hacia a mí, dándome así un abrazo en el que,
no nos convertimos en uno, reparamos la cicatriz que habíamos
construído al separarla y volvimos a ser, entonces, un solo hente,
invisibles a los ojos de los demás pero permanentes en nuestras
retinas y siempre presentes en cada uno de nosotros.


Because nobody will take the dreams from me...

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